martes, 31 de mayo de 2016

HIDELGARDA de BIGEN

Es curioso, sobretodo para las que de una manera u otra, nos hemos esforzado en conocer a mujeres que hayan destacado en la escritura, darnos cuenta de lo poco que sabemos de ellas, son tantas que nos asombran¿como no sabíamos de ellas? bueno siendo sincera, tampoco es que nos "extrañe"si estudiamos la historia, de las mujeres, siempre ha sido igual, cuando es necesario están, cuando no lo es, no están, no están presentes en otros menesteres que no sean el cuidado de hijos, maridos y padres.

Por eso es necesario hacer este "esfuerzo" (que no lo es tanto) de buscar, sobretodo ahora que tenemos las posibilidades de hacerlo desde casa, tranquilamente, gracias, claro, a estas herramientas que nos brindan las nuevas tecnologías, y gracias también a esas personas que hicieron posible que estas historias estén ahí, ¡En las nuevas Tecnologías!

Seguiremos buscando y ofreciendo estas extraordinarias vidas.


Otra figura femenina destacada es Hidelgarda de Bingen, mística, visionaria, escritora y compositora..
Esta mujer poseía una asombrosa cultura enciclopédica. Investigó sobre las ciencias naturales y la medicina. Describió decenas de nuevas especies animales. Asimismo, fue una estudiosa y erudita teóloga. Y no debemos olvidar su papel como artista, dibujante, poetisa y compositora de música.
La autora quiso enseñar y hacer carrera eclesiástica; pero, pese a su basta cultura, se le negó su derecho a la enseñanza únicamente por ser una mujer.
Hidelgarda tenía visiones y las puso por escrito ante la necesidad de transmitir su experiencia de Dios.
En el Liber divinorum operum (El libro de las obras divinas), la religiosa manifiesta el sentir del medievo, que reconocía al hombre subordinado a Dios y la mujer, al hombre. Sin embargo, en la visión que tenía la religiosa del género femenino, hallamos matices que nos resultan impactantes. Así, relacionaba la unión carnal -fortitudo (potencia), concupiscencia (deseo) y studium (acto)- con la obra de la trinidad, analogía que pone de manifiesto, como ya advirtieron G. Épineye-Burgard y E. Zum Brunn,. la importancia que otorgaba esta mujer a la unión de los cuerpos en el amor [9]. Por otra parte, no deja de llamarnos la atención la libertad con que la autora se refería al amor divino, invocando imágenes y sentimientos más cercanos a la pasión erótica que al éxtasis místico. Esto se debía a la consideración de que la pasión de los enamorados, la intensidad del amor, podía asimilarse al sentimiento del amor a Dios. Esta forma de expresión resulta cercana para la comprensión de la experiencia mística.
Destacan, también, las numerosas cartas que la autora escribió a diferentes personalidades de gran relevancia: San Bernardo de Clairvaux, el papa Eugenio III, el maestro Odo de Soissons, la abadesa Tengswich von Andernach, Guilberto de Gembloux, etc.
cu

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