viernes, 15 de abril de 2016

DIGAMOS QUE HABLAMOS DE MADRID 14 (Continuación)

                                       EL PRIMER ALUMBRADO PÚBLICO
                              
El primer alumbrado público lo impuso Felipe II, quien obligó a los habitantes de la villa a encender, limpiar y conservar las farolas de aceite en las fachadas. El 15 de octubre de 1765 se inauguró un nuevo sistema de alumbrado consistente un unos faroles de algodón empapados en aceite y protegidos con cristales, sujetos a la pared con palomillas de hierro. Se instalaron 4.408 atendidos por 100 faroleros.
                          PRIMERA COLONIA DE LA PRENSA DE CARABANCHEL
Hay historias de los edificiospalacios palacetes más importantes de la capital; también hay datos interesantes de las estatuas y monumentos madrileños; de los principales parques jardines; de las colonias de hotelitos, que son un buen puñado en todo Madrid; de las fincas y quintas de recreo; de algunos comercios centenarios; las fuentes más emblemáticas», cuenta la madre de esta obra.
Sobre las colonias explica que la mayor parte de las existentes en la ciudad se construyeron en los años veinte y treinta del siglo XX, al amparo de las leyes de las Casas Baratas de 1908, 1911, 1921 y 1924 para la construcción de viviendas para obreros, funcionarios y militares.
                                                          EL PRIMER MERCADO
                                  MErcado de san ildefonso

¿Sabían que en 1835 se construyó el primer mercado cubierto? El de la plaza de San Ildefonso. En 1875 y 1876, los de las plazas de la Cebada y de los Mostenses para evitar la venta de alimentos al aire libre.
Cebada                        Mostenses
EL PRIMER TELÉFONO
Primer teléfono inventado por Graham Bell El primero que funcionó en Madrid fue el que se utilizó, con carácter privado, por Alfonso XII en 1879 para unir el Palacio Real con el Palacio de El Pardo. 
En 1885 se abrió el servicio a abonados, contando con tan solo 49 debido a su alto precio: 600 pesetas.
                                                         LOS PRIMEROS BUZONES



Alrededor de 1850 se instala buzones en las diversas puertas de entrada a Madrid, como: Alcalá, Atocha, Toledo, San Vicente, .... y también se ponen cajas-buzones en los estancos “por ofrecer mayores garantías”. La retirada de correspondencia se hacía dos veces al día. Buzón en Tranvías
Hace ya ciento once años, se presentó como novedad la colocación de buzones en la puerta de entrada de este transporte público. La iniciativa fue acogida con sumo agrado por los madrileños que hicieron de ella un éxito, hasta tal punto que, en alguno de los recorridos más cortos de este servicio en su primer día de funcionamiento, se llegaron a recoger casi 150 cartas por los carteros.
Para Correos el sistema de recogida de las cartas en los buzones de los tranvías fue muy importante ya que llegaron contabilizarse más de cien mil cartas, tarjetas y postales, recogidas en los primeros meses de funcionamiento. Dado que todos los tranvías confluían o pasaban por Sol, Correos instauró un completo sistema de recogida de buzones de los tranvías, durante todo el día. A partir del 15 de enero de 1914, los tranvías de Madrid, menos los (Canarios y las Jardineras) llevarían un buzón en la plataforma del tranvía.
                         LOS PRIMEROS  MADRILEÑOS  QUE  TUVIERON  AGUA CORRIENTE

El agua que consumimos en Madrid llega tras un kilométrico viaje que nace en las cuencas serranas. La capital se bebe el lejano río Lozoya con absoluta cotidianidad, pero en 1858 parecía un milagro.
El 24 de junio de aquel año, la Reina Isabel II inauguraba el canal del Lozoya, con el que bajaba a la villa el agua embalsada en la pionera presa del Pontón de la Oliva, ubicado cerca del pueblo de Patones, a 70 kilómetros de la ciudad.
 «Se abrieron las llaves de esta fuente en medio del asombro general y de un rumor de alegría», escribieron los que presenciaron el espectáculo acuático en la fuente de San Bernardo, la primera en la que brotó agua del canal.                                      
Hasta entonces, Madrid saciaba la sed con las  fuentes públicas y
aguadores.  La enorme obra del canal, culminó gracias al ingeniero Lucio del Valle que también fue el primer madrileño en tener agua corriente en su casa de la calle Valverde, donde todavía se conserva un grifo que instaló en el sótano del edificio.«Era una fuente de vecindad». 
          Grupo escultórico en el Primer depósito del Canal de Isabel II. (Calle Bravo Murillo)
Se  ha reivindicado la figura de Lucio del Valle (cuando se cumple el bicentenario de su nacimiento) con la inauguración de una placa conmemorativa en la calle Valverde, justo allí donde se instaló el primer grifo de agua corriente de la ciudad. «El agua del canal tenía un recorrido hacia la Puerta del Sol, donde había una fuente, y el trazado pasaba por su casa, así que hizo una acometida directa a la vivienda.

Un privilegio que Lucio del Valle, que también era arquitecto, se ganó a pie de obra, donde dirigía a los cientos de obreros y presos (solicitaba mano de obra a los centros penitenciarios para acometer sus proyectos) que construyeron los acueductos que diseñó para el Canal de Isabel II. ¡VOY A DAR A                              MADRID EL MÁS HIGIÉNICO Y ELEGANTE DE LOS BARRIOS! 
“Madrid se nos está quedando chico. Es tan pequeño que no se puede salir a la calle, sin tener la desdicha de encontrarse a todas las personas que le cargan”. Estas palabras, pronunciadas medio en broma por don José de Salamanca y Mayol (1811-1883) a mediados del siglo XIX, no eran sino el reflejo de la idea que había ido gestando en silencio mientras recorría las afueras de la Puerta de Alcalá, de camino hacia la plaza de toros que se encontraba allí:
En aquella zona donde terminaba la Villa y Corte, y donde sólo había entonces suciedad, alguna tierra de labor, chozas y varias casas de campo, pensó el marqués que se encontraba el ensanche natural de la capital. Una ciudad en la que los nuevos ricos ya no encontraban su sitio, pues los palacios de la aristocracia eran contados y los sórdidos caseríos impropios de su clase.
El proyecto de construcción del madrileño barrio de Salamanca fue considerado por sus amigos y familiares una auténtica locura. Y no les faltó razón, porque vieron como el marqués -cuyos exitosos negocios jamás habían tenido nada que ver con lo urbanístico- se dejaba su fortuna en el intento. «Un negocio fatal», reconoció después  Pero una ruina que le dio a Madrid, más de 150 años después,    uno de los barrios de mayor nivel de vida de Europa y una de las zonas comerciales más importantes de España.                           
EL PRIMER BARRIO CON VÁTERES DE MADRID
Cuando se aprobó el «Anteproyecto de Ensanche de Madrid», en 1860, la capital no era más que un pueblucho que acababa en la Puerta de Alcalá y donde la mayoría de las casas no disponía de agua corriente. Tampoco llegaba el alumbrado ni el alcantarillado público. Más allá de la Puerta de Alcalá.

Allí pensó precisamente que podría trazar las calles rectas y anchas con espléndidas casas de tres o cuatro pisos, presididas por la higiene y la ornamentación más exigente.
 Y fue entre los números 28 y 36 de la actual calle Serrano (hoy una de las más importantes, caras y exclusivas del país), donde construyó las primeras casas de Madrid con váter y agua corriente.   
                                                             
En 1890, treinta años después, ya tenían su residencia en el barrio 75 nobles. Y en 1910, 138, entre los que había ocho duques, 79 marqueses, 39 condes y 12 barones. Y con ellos, gran parte de las personalidades políticas, económicas e intelectuales de la historia de España en los siglos XIX y XX.
Allí vivieron varios presidentes del Gobierno, como Emilio Castelar, Francisco Pi y Margall o Francisco Silvela. Escritores importantes para la literatura universal como Gustavo Adolfo Becquer, Benito Pérez Galdós, Miguel Hernández, Federico García Lorca o Juan Ramón Jiménez. Y  científicos de la talla de Gregorio Marañón o el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal .     
                                                             MARQUÉS DE SALAMANCA           
              

José María de Salamanca y Mayol (Málaga-1811) I marqués de Salamanca y I conde de los Llanos con Grandeza de España, fue un influyente estadista, destacada figura aristócrata y social y hombre de negocios durante el reinado de Isabel II de España. Da nombre al actual barrio de Salamanca de Madrid, parte del ensanche de la ciudad que impulsó. De vida aventurera y con múltiples altibajos, a Salamanca se le atribuyen numerosos negocios con grandes beneficios en sectores como el ferroviario, la construcción, la banca o la inversión bursátil, además de varias corruptelas; a menudo como socio de otros destacados miembros de la sociedad española del momento, incluyendo a María Cristina de Borbón, madre de Isabel II y regente durante la minoría de edad de ésta. Probablemente llegó a poseer, en sus mejores momentos, la mayor fortuna de  España.  
Murió Fernando VII, ocupándose del gobierno su esposa María Cristina de Borbón. Los movimientos revolucionarios acontecidos durante la regencia catapultaron al futuro marqués a los primeros planos de la escena nacional. En 1835 es nombrado alcalde de Vera (Almería); tras esto, elegido para representar a dicha provincia en la Junta Revolucionaria de Sevilla.
En 1837 tiene lugar el pronunciamiento de La Granja, que obligó a la reina regente a restituir la Constitución de corte liberal de 1812 elaborándose la nueva progresista de 1837. En las nuevas Cortes formadas, José Salamanca es elegido diputado por Málaga, trasladándose a la capital (Madrid) para ejercer este cargo.   En 1835, contrajo matrimonio con Petronila Livermore y Salas, hija de un  rico comerciante inglés.  Del matrimonio nacerían dos hijos, Fernando y Josefa de Salamanca y Livermore.

                                                               FERROCARRIL  
Invirtió también en el Ferrocarril, empezando por la construcción de la línea MadridAranjuez. En diciembre de 1845 se constituye la Sociedad del Ferrocarril de Madrid a Aranjuez con un capital de 45 m. de reales.                           
La construcción de esta línea le supuso a Salamanca algunos malos tragos económicos, pero venciendo las dificultades inauguró por fin la línea, el 7 de febrero de1851. Presidió este acto la reina Isabel II, y más de mil invitados acudieron a una generosa fiesta pagada íntegramente por el bolsillo de Salamanca. Tres meses más tarde, la línea ferroviaria ya le reportaba 50.000 reales al día. 
Hoy día esta línea forma parte de la línea que lleva a Alcázar de San Juan y se desdobla hacia Andalucía o hacia el Levante. Existe un tren turístico, el Tren de la Fresa, que realiza muchos domingos del año un recorrido entre Madrid y Aranjuez recordando esa primera línea. La actual estación de Aranjuez está ligeramente desviada de la cabecera de la línea original que llegaba directamente al Palacio. 

Además de éste poseía el Palacio de Vista Alegre en Carabanchel Bajo, el de Buena Esperanza en Carabanchel Alto, otro en Aranjuez, posesiones en Los Llanos, el Palacio de Mitra en Lisboa, un hotel propio en París y otro alquilado en Roma, todos ellos con un ejército de sirvientes a sus órdenes.
Pasado el Sexenio Democrático, en 1879 consiguió los derechos de construcción del Canal del Duero, lo cual no consiguió rehacer su casi extinguida fortuna.
Finalmente murió, en 1883, endeudado por valor de 6 millones de reales. A lo largo de una vida de lujo y sibaritismo extremos, José de Salamanca había sido revolucionario, abogado, conspirador, alcalde, juez, banquero, contratista de obras, empresario de teatros, director de empresas, ingeniero, agricultor, ganadero, ministro, senador, diputado, marqués, conde y Grande de España.


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