FANTASMAS Y MISTERIOS DE MADRID
Madrid es una ciudad mágica que cuenta con un amplio catálogo de edificios encantados y misteriosos, donde han ocurrido sucesos inexplicables que, nos plantean una gran cantidad de enigmas sin resolver. Os presentamos una ruta inquietante y en la que pasarás "Miedo".
EL "MACABRO" JARDÍN DEL EDÉN SE ESCONDE JUNTO AL PASEO DE LA CASTELLANA
La capital esconde este curioso espacio, en la que la
representación de Adán y Eva no pasa desapercibida.
Presiden un espacio dedicado a la
ciencia pese a representar la creación del hombre por Dios en el Génesis de la
Biblia. Madrid tiene a sus particulares Adán y Eva,
representados como dos esqueletos, en el Real Gabinete del Museo de
Ciencias Naturales. Un lugar histórico que esconde espacios tan
curiosos como éste. El Jardín del Edén es para este
museo un «lugar metafórico para dar nombre a las cosas. A sus personajes no les
falta detalle y Eva lleva en su mano la famosa «manzana del pecado». «Su drama no se
ha producido todavía», aseguran desde el museo: «Aunque Eva tiene una manzana
en la mano, Adán sonríe y la serpiente no
está a la vista, pero el espectador puede mirar hacia arriba, sólo para
cerciorarse...» Su fondo, el «jardín», está formado por minerales y fósiles, un
gran ammonites, la mandíbula de un mastodonte y
una enorme vértebra. «Están colocado juntos físicamente para dar una sensación
de aglutinación histórica; aglutinación de muchos detalles de origen natural
para ser observados, asimilados y admirados en un lugar pequeño y artificial»,
aseguran.
Visitar
este palacio es adentrarnos de lleno en la trágica historia del primer Marqués
de Linares, José de Murga; su esposa, Raimunda, hija de una cigarrera de
Lavapiés, y con ella la historia de desgracias que acompañó a la pareja hasta
su muerte y que convirtió en leyenda al palacio y sus fantasmas. Y es que,
cuenta la leyenda que el marqués de Linares se casó sin saberlo con su hermana
ilegítima y fruto de esta relación “incestuosa” nació una niña. Cuando el
matrimonio lo descubrió, asesinaron a su hija y tapiaron el cuerpo en la
llamada Casa de muñecas, un edificio adosado al palacio habilitado como zona de
juegos para sus futuros hijos. Parece ser que la marquesa murió de pena y el
marqués acabó suicidándose de un disparo y sepultado en los jardines. Los
espíritus del padre y de la hija se han aparecido en el palacio.
CASA DE LAS SIETE CHIMENEAS
Parada
obligatoria dentro de esta misteriosa ruta es la Casa de las Siete Chimeneas, hoy sede del Ministerio de Cultura,
para buscar por sus azoteas la figura del bello fantasma vestido de blanco, que
va acompañado de una antorcha. Se dice que es el fantasma de doña Elena, hija de un montero de Felipe II, viuda
prematura del capitán Zapata y muerta en extrañas circunstancias. No fue el de
Elena el único fantasma de la casa de las Siete Chimeneas, más casos se dieron
a lo largo de la historia…
Para
hacer un itinerario por el Madrid más tétrico siempre hay que pasar por la Casa
de las Siete Chimenas, probablemente el punto de la ciudad que más
historias de misterio encierra aunque nos centraremos solo en una, en la que le
dio su merecida y perturbadora fama. Está situada a metros de la Gran Vía, en
la Calle Infantas y desemboca en una plazuela con encanto, la Plaza del
Rey. Hoy en día en este edificio, fácilmente reconocible por las siete
chimeneas que coronan su tejado, tiene su sede el Ministerio de Cultura y
parece un palacio antiguo sin más relevancia, pero no debemos dejarnos engañar
por su inocente apariencia, su existencia siempre ha estado ligada a hechos
oscuros y tenebrosos.
Levantada
en el Siglo XVI, el edificio se construyó por orden de un montero de Felipe
II quien se la regaló a su hija Elena, recién casada
con un Capitán de la Armada Española, el Capitán Zapata. En esta casa la pareja
fijó su residencia y vivió feliz, pero a las pocas semanas él tuvo que acudir
al frente a combatir a Flandes, a la batalla de San Quintín. Elena quedó sola
en casa, desamparada, esperando noticias de su marido hasta que recibió la peor
notificación posible, su esposo acabar de fallecer en el frente.
La joven
viuda entró en un estado de desconsuelo máximo, sumida en la mayor de las
amarguras, sin entender a razones. Loca de pena y desconsolada
se convirtió en un alma errante que deambulaba por la casa hasta que un día
apareció muerta, tumbada sobre la cama, eso sí, con una enigmática sonrisa
dibujada en su rostro. Aparentemente había muerto por desamor pero la gente del
servicio siempre mantuvo una opinión bien diferente, su ama mostraba claros
signos de violencia cuando apareció muerta en su alcoba. El extraño
fallecimiento de Elena pronto se convirtió en la comidilla de todo Madrid y un
secreto, hasta entonces oculto, no tardó en vez la luz. Elena tenía un amante y
éste no era un cualquiera, se trataba nada más ni nada menos del monarca
regente, Felipe II.
Fue el
propio rey el que encargó abrir una investigación a fondo para esclarecer las
misteriosas circunstancias del suceso pero cuando las personas adecuadas
llegaron a la Casa de las Siete Chimeneas para comenzar su trabajo descubrieron
que el cadáver de Elena había desaparecido. Nadie lo había visto
salir pero tampoco estaba en su interior, ¿dónde estaba el cuerpo inerte de
Elena?
Es a
partir de ese momento y de esa extraña desaparición cuando se empezaron a
producir una serie de extraordinarias apariciones en la casa.
Fueron muchos los testigos que juraron haber visto a un espectro caminando por
el alero del tejado. Una doncella vestida de blanco que desfilaba con
paso lento, unas veces sujetando una antorcha y otras, dándose golpes en el
pecho. Un fantasma que a la vista de todos, terminaba su enigmático paseo,
firme y quieto, apuntando con uno de sus brazos, de forma clara hacia el
Alcázar, residencia entonces del monarca…
Con el
paso de los años y del tiempo las apariciones dejaron de producirse y la
historia de Elena cayó en el saco del olvido. Por el palacio pasaron muchos
nobles y terratenientes hasta que en el Siglo XIX, el Banco de Castilla se hace
con la propiedad de este peculiar edificio. El misterio de Elena recobró
importancia con un inesperado giro en la trama. Durante las obras de reforma
del edificio, tras uno de los muros del sótano, unos operarios descubrieron,
con estupor, el cadáver de una mujer con un puñado de monedas de oro,
éstas, curiosamente, de la época de Felipe II…
No
obstante, estos no son los únicos acontecimientos misteriosos que rodean a la
Casa de las Siete Chimeneas. Años más tarde, en el Motín de Esquilache que se
produjo este mismo edificio, un mayordomo fue golpeado hasta la muerte y de
forma mucho más reciente, en 1960, en unas nuevas reformas se encontró un nuevo
cuerpo, éste masculino y por supuesto anónimo, tras una de las paredes de la
casa. Así se escribe la historia de la casa encantada.
PLAZA MAYOR
También, en
la Plaza Mayor han aparecido a lo largo de la
historia los fantasmas de los ejecutados por orden de la
Inquisición. Y es que, nos encontramos con un lugar cargado de historia que sirvió
de escenario de corridas de toros, representaciones teatrales pero también de
ejecuciones y autos de fe. De hecho, hasta finales del siglo XVIII se
realizaron aquí las ejecuciones capitales de todas aquellas personas acusadas
de brujería y de no profesar la fe cristiana, lo cual constituía todo un
espectáculo llegándose incluso a alquilar los balcones que daban a la plaza
para asistir a dichas ejecuciones. Con un poco de imaginación escucharemos los
gritos desgarrados de los ejecutados. Incluso podemos encontrar el fantasma de
un toro que bramaba todas las tardes justo a la hora en que fue sacrificado.
Los vecinos que viven en tan céntrico lugar comentaban
que de noche se podían oir los gritos de los ejecutados por la Santa
Inquisición, que torturaba y ejecutaba en este lugar a los infieles hasta el
siglo XVIII.
PALACIO REAL
Cuenta la
superstición que, antiguamente, los terrenos situados entre la cuesta de San
Vicente y San Francisco El Grande, estaban habitados por brujas, duendes y
fantasmas, que empezaron a manifestarse durante el reinado de Alfonso VI y la construcción del
antiguo Alcázar, en 1537, por haber visto perturbada su paz. Muchos obreros
murieron inexplicablemente durante la construcción. El suceso más importante ocurrió el día de
Nochebuena de 1734. Mientras Felipe V
pasaba las fiestas en el Palacio del Buen Retiro, misteriosamente el fuego
devoraba el Alcázar y las llamas destruían para siempre pinturas y objetos de
gran valor. Fue tan violento el incendio, duró 4 días, que, según relatos de
testigos, muebles y cuadros eran arrojados por las ventanas al no ser posible
sacarlos por las puertas. Así se salvaron grandes telas de maestros, que hoy
admiramos en el Museo del Prado. Todavía pueden observarse hoy, por ejemplo,
los efectos del chamuscado en el retrato ecuestre del Emperador Carlos V en la
Batalla de Mulberg, de Tiziano.
Cuenta la
leyenda que el incendio fue provocado por la venganza de las ánimas que
habitaban el lugar y que vieron perturbada su paz. Entonces, Felipe
V encargó en 1735 erigir el palacio “más grandioso del mundo”, según sus
propias palabras, sobre las cenizas del Alcázar. Por temor a nuevos incendios,
la entera construcción fue realizada en piedra. La consecuencia fue que las
habitaciones del palacio, todas abovedadas, exigieron tal espesor de los muros
para el contrarresto y soporte de las bóvedas que este espesor alcanzó en la
planta baja los cuatro metros. Comienza entonces una remodelación que no está
exenta de leyendas. Por ejemplo, durante su construcción se rumoreaba la
existencia de fantasmas o demonios que trepaban por sus muros, aún por
concluir, ante el asombro y miedo de los obreros.
También
hubo “accidentes laborales” achacados a espíritus malévolos que empujaban al
vacío a los
trabajadores. Ante estas manifestaciones maléficas, Felipe V decidió realizar un exorcismo.
Su esposa, Isabel
de Farnesio, una mujer con fama de supersticiosa, también liga sus sueños a
esta construcción. Cuenta la leyenda que tras una espantosa pesadilla en la que
veía cómo un terremoto asolaba Madrid, ordenó retirar todas las estatuas de las
balaustradas y colocarlas en la plaza de Oriente. Quiso así poner a salvo su
vida de una premonición en la que moría aplastada por una gran estatua.
Al finalizar las obras, y para que el
arquitecto no pudiese construir otro palacio igual, Felipe V ordenó que le
sacaran los ojos y le cortaran los brazos y la lengua. Cuenta también la
leyenda que una de las cabezas que adorna el frontispicio del Palacio
representa a uno de los arquitectos y que algunas noches se oyen voces y ruidos
y se mueven muebles en salas cerradas, provocados por él.
Y si sus muros fueron testigo de hechos
que muchos calificaron como paranormales, su entorno también ha pasado a la
historia con leyendas de misterio. Es el caso del Campo del Moro, un bello jardín palaciego que en sus orígenes
sirvió de escenario de torneos y cacerías y que, con el paso del tiempo se
trastocó en paraje fantasmal para la aristocracia.
Mucho se habló del fantasma embozado del Campo
del Moro quizá para tapar embarazos no deseados y del oso desaparecido.
Cuenta la leyenda que el rey Juan II, aunque
tildado de homosexual, pobre de carácter y fácilmente influenciable, fue muy
bien recibido por el pueblo de Madrid. Se le obsequió con un osezno y su
domador, que fueron instalados en el Campo del Moro. El adiestrador amaestró al
animal violentamente. Una noche, el oso se escapó de su jaula y al día
siguiente desapareció su domador. En las noches de luna llena los centinelas
contaban que se oían pisadas, gruñidos y gritos humanos. Esta leyenda cobró fuerza con el paso de los
años.
MUSEO REINA SOFIA
Pero los casos de
apariciones de fantasmas y duendes en Madrid no solamente se remontan a siglos
atrás donde las creencias en lo sobrenatural estaban más arraigadas. A finales
del siglo XX se han registrado también casos que han alcanzado gran
popularidad. Tal es el caso de Ataúlfo, un fantasma que
vaga por las galerías del Centro de Arte Reina Sofía, y que dicen puede ser el alma de un
sacerdote en pena. Otros estudiosos del tema dicen que el Guernica está maldito
y que el fantasma es Picasso, que no está de acuerdo en que su obra esté en un
hospital convertido en Museo. Y es que, tenemos que recordar que este edificio
encantado antes que pinacoteca fue el antiguo hospital general San Carlos,
lugar donde murieron muchos pacientes que eran tratados de epidemias que en
aquél momento asolaban la población. Los fallecidos eran enterrados en el
subsuelo de este recinto…
Voces y gritos en salas vacías, puertas que se abren y se
cierran solas, alarmas que saltan sin que se encuentre la causa técnica de este
fallo. Son algunos ejemplos de los hechos denunciados a lo largo de los años
por funcionarios y vigilantes del Museo Reina Sofía. Unas circunstancias que han dado lugar a la
formación de una siniestra leyenda alrededor de este centro, un espacio que se ha
convertido en un clásico de las investigaciones
paranormales en España. La historia del edificio se
remonta a la segunda
mitad del siglo XVI. En esta fecha se construyó,
en el solar que actualmente ocupa el Museo, un albergue donde mendigos y personas sin recursos acudían a morir. En el subsuelo de este lugar podrían haber sido enterrados
muchos de ellos. Este albergue se convirtió posteriormente en el Hospital
General, inaugurado en 1787 por Carlos III. El proyecto, que fue
iniciado por el ingeniero José
Hermosilla y culminado bajo la dirección
de Francisco
Sabatini, buscaba reunir en una misma ubicación, en
la zona de Atocha, los numerosos centros y hospitales desperdigados por la
ciudad. En su interior se veneraba a la imagen de Nuestra Señora de Madrid o
Virgen de los Pobres.
MOMIAS RELIGIOSAS
Durante las
obras de acondicionamiento se produjo toda una serie de macabros hallazgos,
entre los que se encontraban restos de esqueletos, calaveras o cadáveres de
niños. En 1990, mientras se
llevaba a cabo una segunda remodelación, aparecieron tres monjas momificadas
enterradas en la antigua capilla del hospital, una zona que hoy día se utiliza
como sótano y en la que algunos trabajadores del museo aseguran que se producen
la mayor parte de actividades paranormales. De hecho, las tres momias
permanecen enterradas bajo la puerta principal del Museo tras el permiso de la
Archidiócesis.
Pese a la rehabilitación del
edificio, la pinacoteca madrileña era escenario de todo tipo de extraños
sucesos. Una situación que estudió investigadores y especialistas. Acudieron
por primera vez al Museo en 1992, y fueron testigos de fenómenos inexplicables como que los ascensores se pusiesen en
marcha por sí solos durante las noches. Los hechos empezaron a
sucederse meses después del traslado del Guernica ese mismo año. Un cambio de
lugar que resultó muy polémico puesto que numerosos expertos consideraban que
el Reina Sofía no era el sitio más idóneo para la obra de Picasso y que se encontraba mejor en
su anterior ubicación, el Casón del Buen Retiro. Por este motivo, hay
investigadores que aseguran que los hechos paranormales están protagonizados
por el fantasma
de Pablo Picasso, enfadado por el traslado de
su cuadro a un hospital convertido en museo.
Las teorías no acaban ahí.
Una médium afirmó que el espíritu existía y que se trataba de un sacerdote que
murió torturado durante la Guerra Civil en una zona del hospital que habría
sido utilizada en esta época como cárcel y centro de tortura.
ATAÚLFO RESPONDE A LA LLAMADA
Sin embargo, la cosa fue a
más. Y es que según cuentan, algunos
vigilantes nocturnos se tomaron a broma la cuestión del fantasma en el museo y
decidieron llamarle a través de una ouija. Apareció un espíritu al que atribuyeron el nombre de Ataúlfo, quien hizo una trágica previsión a uno de los trabajadores
presentes: «Dentro de unos días vas a tener una gran desgracia. Prepárate».
Días después un familiar muy cercano del vigilante fallecía en un accidente de
tráfico, tal y como documenta el libro. Para algunos no fue más que una cruel
coincidencia, pero otros llegaron a sentir miedo y pidieron el traslado de
puesto de trabajo.
Un antiguo vigilante del
Reina Sofía denunció estos sucesos paranormales en octubre de 1997 ante la
Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. El ex trabajador del
Museo pidió la baja por la depresión que le habrían ocasionado las supuestas
apariciones del fantasma y reclamó a la Consejería que realizase un exorcismo en la pinacoteca para acabar
con el espíritu.
Además, el denunciante
aseguró que por culpa de este fantasma había enfermado, sufría nerviosismo,
sudores y mareos. Unos síntomas que, según afirmó en su escrito, desaparecieron
nada más ser trasladado, motivo por el que reclamó que sus problemas fuesen
considerados enfermedad laboral.
En cualquier caso, si visitas
el Reina Sofía presta atención, es posible que alguna aparición vigile tus
pasos.
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